Observo con perplejidad cómo el consejero de educación y muchos de mis compañeros confunden el fin con los medios. ¿El objetivo de la educación es el aprendizaje o la evaluación? ¿El aprobado es un medio para reconocer un aprendizaje o un fin en sí mismo? No considero que mi trabajo se menosprecie haya o no evaluaciones o aprobados generales. Mi trabajo (enseñar) ya está hecho con todos los alumnos y más con los que he podido contactar online. Sin embargo, sí que se menosprecia cuando me piden que trate a mis alumnos por igual viendo las desigualdades de medios que existen entre ellos.
Se supone que partimos de la idea de que esta crisis no puede ser una oportunidad para que algunos salgan beneficiados y sobre todo para que nadie sea discriminado. Y mucho menos cuando hablamos en su mayor parte de menores y cuando se trata del ámbito educativo o preprofesional. La discriminación viene a raíz de estas clases online improvisadas que con tan buena fe se han realizado, discriminación que se va a incrementar si son evaluadas o contabilizadas más allá de la atención educativa. El esfuerzo que se ha hecho por parte de todos para atender educativamente al máximo número de alumnos no puede ir en beneficio de unos y detrimento de otros.
El debate no es si los los alumnos “desaparecidos” online que no tenían buenas notas deberían estar aprobados o suspensos, o si deberían promocionar o no. El debate es que, aunque hemos hecho online lo que hemos podido, es un hecho que se ha creado una brecha educativa. Que esta brecha, al igual que la crisis, no va a ser puntual ni cosa de un curso o dos, y eso es algo que hay que corregir a medio plazo con soluciones estructurales. Simplificar la compensación educativa por lo que está pasando en esta crisis al aprobado, el suspenso o la repetición/promoción es “parchear” el sistema para salir del paso. Luego se hará como si con esto hubiéramos solucionado el problema y a seguir incrementando la brecha educativa y social.
El primer parche es dejar que, en esta situación, la responsabilidad de las decisiones sobre aprobados y promoción (y por tanto de las supuestas medidas de compensación educativa) recaiga sobre los claustros, los equipos directivos, los jefes de departamento y los profesores y maestros. Estos, no sólo se sentirán responsables y quedarán expuestos ante la sociedad y los padres, sino que tendrán que justificarse con programaciones rehechas sobre la marcha para evitar reclamaciones. Si no se hace una previsión coherente para el curso que viene y siguientes todo lo que se haga será una respuesta muy corta de miras. Haya aprobados generales o no, con mucho alumnado con asignaturas pendientes o sin ellas, el próximo no va a ser un curso normal. Tratarlo como tal sería una traición al alumnado y un “echar a los leones” al profesorado.
Aunque claramente insuficiente por sí misma no hay tal escándalo en la promoción mayoritaria del alumnado. Puesto que la mayor parte de los alumnos supera el curso cada año, la “anomalía” es la repetición. De hecho, y puesto que está demostrado que bajando la ratio se reduce el número de suspensos y se mejoran los resultados, el suspenso es por definición en su mayor parte fallo del sistema y no del alumno. Peor todavía, España es de los países del mundo que más incide en la repetición, que se entiende a modo de “castigo”, el 28,7% de los alumnos repite. Esto es 2,5 veces más de media que el resto de países de la UE en 2018, cifras que el propio informe PISA considera “alarmantes”. Y digo castigo ya que, como concluye dicho informe, no se puede demostrar correlación entre resultados del sistema educativo y repetición. Precisamente todo lo contrario a lo que ocurre con la ratio profesor-alumno, que aunque está demostrado que es lo que más influye, siempre hay a mano una excusa para recortar profesorado.
Así pues, no es descabellado que aprobemos a todos los alumnos y que el sistema asuma la responsabilidad que nos quiere trasladar a los docentes, la de no discriminar a nadie por motivos económicos. No es ninguna locura algo como no permitir repeticiones salvo en casos excepcionales. Ni siquiera debería ser una medida de emergencia. No es más que lo que nos lleva años recomendando el informe PISA, que sólo suspenda una tercera parte del porcentaje de alumnos que lo hace habitualmente. Lo lamentable es que, aunque se pase de curso a todos menos a los casos “muy excepcionales”, estos casos excepcionales coincidirán en su mayor parte con el 10% “desaparecido telemáticamente”, es decir con los más desfavorecidos, y se habrá desviado el debate principal sobre la brecha educativa a una cuestión superficial sobre si es justo aprobar o no. Cosa que además dividirá al propio profesorado.
En cualquier caso los resultados de este curso serían bastante arbitrarios porque:
Puede parecer justo pasar de curso con pendientes y evaluar el periodo de clases online sólo en positivo. Pero es como dar por válidos los resultados y repartir los premios en una carrera en la que a un 10% de los participantes a mitad del recorrido les cambiamos la línea de meta y a otro alto porcentaje les quitamos las zapatillas. Contar estas clases no es una solución ni justa ni social. Nadie ha puesto en duda que los resultados de la carrera luego sirvan para las notas medias y para los currículums laborales, por eso duele tanto aprobar o promocionar al alumnado. Es muy simple: si no se ha competido en igualdad de condiciones es carrera nula. Ya es suficiente ventaja que hacer la carrera completa sirva para entrenar. Es más, delegar esta decisión en el profesorado es una falta de respeto social, además de dejarnos vendidos, ya que nuestros hijos están entre los que corren la carrera con zapatillas.
Un gran número de alumnos van a ser “evaluados” por las clases presenciales. Eso supone un trimestre y algo más de medio. Precisamente el trimestre que se caracteriza por una frase presente en todas las evaluaciones, que dice algo así como: “vamos a ser duros en el primer trimestre y si hay que pasar la mano o hacer recuperaciones que sea al final”. Esta es una premisa conocida por alumnado y profesorado. De hecho, hablamos de evaluación continua y el sistema permite y premia que un alumno vaya recuperando y mejorando durante el curso. Así pues, para el alumnado que no pueda trabajar online la evaluación será claramente discriminatoria. Un gran número de alumnos empieza el curso con 3 o más pendientes y supera el curso en junio o septiembre. ¿Cómo se corrije esa variable? Aunque un alumno promocione, si no ha podido hacer nada online y le han quedado 3 o 4 pendientes en el primer trimestre, es un claro candidato a repetir el curso próximo salvo que, como decía antes, se reformule ese próximo curso. El sistema no ha podido respetar las condiciones iniciales que se plantean para todo el curso en las programaciones, si ahora emite un juicio (evaluación/promoción) negativo basado en condiciones anómalas sería arbitrario y un fraude al “pacto” que se firma con el alumnado a principios de curso. ¿Alguien avisó a los alumnos/padres/madres de que este año el aprobado o suspenso dependería de sus notas en diciembre?
Doble castigo. Los alumnos que presumiblemente suspenderán o repetirán coincidirán con aquellos que peor lo están pasando durante la crisis, que coincidirán con los que tienen menos recursos económicos y que serán mayoritariamente de centros públicos. Ahora mismo en nuestro país el alumnado desfavorecido, con pocos recursos, repite 4 veces más, la segunda brecha más alta de la OCDE (según PISA 2018). Además en la enseñanza reglada no universitaria tenemos familias sin acceso a Internet en casa, un 10% ha dicho el ministerio estos días (hablamos de la friolera de 820.000 alumnos), familias con escasez de equipos electrónicos (el 44% de las familias desfavorecidas tienen uno y el 14% ninguno, según PISA), o lo que es mucho peor, familias que están en tales condiciones económicas o de salud en las que la educación no es prioritaria. Todos los expertos coinciden en que los problemas psicológicos, especialmente de niños y adolescentes, aflorarán a medio plazo al salir de la crisis, miembros de la Asociación Española de Pediatría hablan de niños enfermando por falta de movimiento y socialización. Ahora, el sistema educativo, no puede trasladar el problema al curso que viene sin más, porque va a ser más importante la brecha social que la educativa. El castigo seguirá siendo doble, ya sea con más esfuerzo en el primer trimestre o con una repetición de curso a la larga, porque el sistema sigue computando y dejando más atrás aún a los mismos de siempre. Seguimos teniendo la conciencia de que los contenidos importan más que la persona.
Educar es por definición trasladar la experiencia de la sociedad a las siguientes generaciones. Nos enfrentamos a una crisis que no hemos vivido en los últimos 80 años. La educación no puede ser ajena a lo que ocurre y no se puede pretender que esto sólo afecte a un periodo sin clases presenciales y que luego la vida siga igual. Es más, lo que está pasando con la crisis del coronavirus es claramente una oportunidad educativa. Ahora, en educación deberíamos estar hablando y debatiendo sobre cómo incorporar la realidad que nos rodea a la concepción de educación que hemos tenido los últimos 40 años. No estoy hablando de materiales que traten el tema, cosa que ya excelentes profesores y maestros están adaptando desde casa al ritmo que pueden. Se trata de una reflexión más amplia sobre qué es importante y qué no en la vida y en la educación. Hablamos de resiliencia, conflicto, solidaridad y sociedad. Es una oportunidad perfecta, sobre todo ahora que es tan evidente para todos lo fácil que se pueden perder muchas de las cosas que dábamos por hechas, cosas como sanidad pública con capacidad para todos y una educación pública justa que compense las desigualdades sociales.
Muchos sentiremos la presión de que venga inspección a revisar nuestras programaciones/decisiones provisionales y rehechas aunque en ningún sitio estén escritos criterios para juzgarlas. ¿Cómo se va a juzgar nuestro criterio educativo provisional en condiciones de excepcionalidad? Otros no permitiremos bajo ningún concepto que un alumno que no tiene unos mínimos conocimientos en contenidos apruebe una asignatura y otros muchos premiaremos a los que trabajen online sin mirar otras circunstancias. Para muchos la ley, aunque no esté prevista para estos casos, estará por encima de las personas. Es normal que no haya conciencia de la gravedad de la situación social ni aún llevando más de un mes encerrados en casa, porque, además de estar en shock y no pertenecer a los sectores que más van a pagar la crisis, poner en cuestión cómo se han hecho las cosas durante 40 años equivale a replantearse concepciones vitales. Estamos permitiendo, y se está haciendo muy evidente en esta crisis, que la legitimidad de la educación y la autoridad y el respeto al profesorado en el aulas se juzguen en función del número de suspensos y las repeticiones, cuando lo que tenemos que poner en valor es una educación que se valore por lo que enseñamos y la labor social que hacemos. Ahora más que nunca tenemos que hacer valer el aprender sobre el aprobar.
Como profesorado, debemos presionar a los gobiernos para que hagan un plan coherente y a medio plazo, que tenga muy en cuenta a la educación para, como mínimo, no incrementar la brecha social (cuando deberíamos estar hablando de disminuirla). Porque con los parches están dejando caer la responsabilidad sobre nosotros que, hagamos lo que hagamos, seremos injustos. Pero con una cuestión muy importante de fondo, los padres de niños con zapatillas estarán ahí para que no se sea injusto con sus hijos, pero ¿quién da la cara por los otros?
Por favor, juzguemos/evaluemos esta situación poniendo a nuestro alumnado y a las personas por delante antes de decidir por qué protestar y cómo evaluar cada caso. Es injusto castigar con la repetición a los alumnos más desfavorecidos, es injusto hacer que promocionen con una mochila imposible de levantar y es injusto que vean cómo otros se llevan premios a los que ellos no pueden aspirar.
Abril de 2020
Juan Antonio Manceras
Profesor de Informática
Toda la Comunidad Educativa de la Provincia de Málaga, Unida y en Lucha contra los ataques en educación. Por una Educación Pública, gratuita, laica, libre y de calidad.
sábado, 18 de abril de 2020
martes, 14 de abril de 2020
Artículo de David Castro en el Desfiladero: "¡¡Sigan salvándose quienes puedan!!"
Las crisis muchas veces
obligan a trastocar prioridades, forzando un equilibrio permanentemente cambiante entre lo
urgente y lo importante. Esta que nos toca vivir, no es distinta, comparte los
mismos patrones, replica comunes necesidades que la hacen una situación
excepcional, que como insólita y singular, requiere de unas medidas también
excepcionales. El ámbito educativo no puede ser ajeno a esta situación.
Desde el 13 de Marzo, familias,
alumnado y docentes nos encontramos ante un mar de ambigüedades, cada día más espeso y menos
claro, donde sin atisbo de tierra firme y ciegas de horizonte, ni se sabe cómo nadar ni hacia dónde dirigir los
esfuerzos, es más, a día de hoy ni sabemos la dirección de las mareas.
Ambigüedades y más ambigüedades,
muchas comunes en todas las etapas educativas y otras muy específicas y
particulares a cada una de ellas.
Sin entrar demasiado en la cuestión
de “desigualdad digital” o “carencia de recursos”, ya mucho se ha
escrito y leído sobre esto, y se seguirá haciendo, ya que todos los vientos
apuntan a esa continuidad de aprendizaje telemático basado en el teletrabajo,
opción que se suma como una ráfaga más a este deambular sin horizonte.
Es importante resaltar que en
nuestro sistema educativo más del 50% del alumnado de primaria no tienen esa
disponibilidad de recursos y su situación personal y familiar no es la más
idónea para emprender, menos ahora y a los pies de estos caballos, esta
aventura de lo telemático. Ese alumnado y sus familias, ni tienen disponibilidad, ni disposición
ni este Sistema que traspasa al educativo, lo permite. La desigualdad
social existente actúa siempre como techo al ascensor educativo, por lo que
esta continuidad de aprendizaje online acentúa y a la vez normaliza -ya que enfoca esta como única
opción- que nuestro alumnado de las primeras etapas educativas, siendo este el
más vulnerable por cuestiones de edad, necesidad de referente, etapa de
socialización fundamental, dependencia por falta de autonomía, destrezas sin
desarrollar, etc. se siga quedando atrás en su aprendizaje y en lugar de ser
una solución, solo sea
lluvia y más lluvia sobre su mojada realidad.
Nuestras autoridades educativas
andan estos días de reunión en reunión, con el pretexto de buscar la salvación
a este final de curso, entiéndase esto de salvar este curso, como algo que no se ha
pensado, ni tiene parecido con dar una respuesta equitativa a la necesidad de
educación y aprendizaje de todo el alumnado.
Cuando hablo de todo el alumnado,
hago referencia a la existencia de las muchas y diversas dificultades de
aprendizaje que se dan y tienen cabida en nuestro sistema presencial,
dificultades que no todas vienen asociadas a NEE, cuestión importante que nos
daría para hablar y reflexionar en profundidad sobre lo telemático y la educación
especial e inclusiva.
Sea por falta de recursos, recortes
en los medios, necesidad de modificaciones y adaptaciones continuas o
imposibilidad de seguimiento e intervención individualizada,-no sería difícil
seguir enumerando razones-, toda dificultad de aprendizaje no siempre recibe como respuesta
más idónea, el abocarnos a la metodología telemática para que todo siga igual
en el proceso educativo y se pueda seguir avanzando materia, mantener la disciplina de
trabajo, evaluar los contenidos, alcanzar los objetivos, etc. Por el contrario,
ello profundizaría en estas dificultades y acrecentaría las desigualdades,
convirtiendo de facto el tan repetitivo y resonante “que nadie se quede
atrás”, articulado al unísono por todas las esferas administrativas,
en un lapidario y lacónico “sigan salvándose quienes puedan”.
En ese querer salvar el final de
curso de forma injusta y sin equidad, nuestras administraciones deberían -juntas y guardando
la recomendada distancia de seguridad-, telereflexionar y caer en la cuenta que a veces no hay nada peor que una
crisis o una pandemia, para mostrarnos el
verdadero rostro de la situación en la que encuentra nuestra educación -con o sin confinamiento- y por ende, toda la comunidad
educativa de nuestra escuela pública.
Señorías y autoridades educativas
que se muestran interesados en esta nueva forma telemática de seguir
colonizando la experiencia educativa presencial, donde ven una oportunidad
única para que esta llegue y se quede para siempre, no hay mejor momento para
el “Business
as usual”,
sería deseable que manifestasen ese mismo ímpetu en
la protección de un sistema educativo público sin recortes y de calidad, donde
no falten medios adecuados, recursos necesarios, ni personal para que en esa
escuela presencial, contemplada como derecho insustituible, empiecen a
cuadrar desde ya todas las cuentas y con todo su alumnado dentro.
Hoy más que nunca es imprescindible
saber que el llegar a donde se quiere, casi siempre depende del sitio donde
se esté, y esa continuidad -injusta- de aprendizaje que se busca con lo
telemático, solo serviría para amplificar las dificultades y desigualdades que
ya existen y se dan tanto en el ámbito educativo como en el social.
Es por tanto prioritario atender lo
urgente. Dejarnos de más evaluaciones y lanzar un mensaje de apoyo, calma y
serenidad al alumnado y familias. Vayamos preparando lo importante: empezar a
pensar y repensar, cómo y desde dónde afrontar el próximo curso, para poner
toda la intención y asegurar todas las garantías posibles para que de todo
nuestro alumnado, ahora sí, de una forma verdaderamente decidida, ya desde hoy, nadie empiece
quedando atrás.
sábado, 11 de abril de 2020
PROPUESTA DE MAREA VERDE DE CARA AL FINAL DE CURSO
Lo que se va
conociendo sobre la gestión del fin de
curso escolar en una situación excepcional como la que vivimos - el informe del CEE, lo que se filtrado de la reunión con el
Secretario de Estado de Educación, declaraciones de consejeros de educación
autonómicos - es confuso, contradictorio y lleno de ambigüedades.
Sin embargo,
todo apunta a que las autoridades educativas pretenden salvar a toda costa la maquinaria burocrática
(cumplir con la 3ª evaluación) pasando la patata caliente a los equipos
educativos, en nombre de la supuesta y famosa autonomía de los centros. Al
mismo tiempo se le manda al profesorado
un mensaje: hay que “impedir que los
estudiantes se “relajen” ”, hay que evitar “la relajación de la tensión
educativa”. En una situación excepcional declarada estado de alarma, resulta
francamente obsceno hablar del sistema educativo en estos términos, como un campo donde hay que
mantener la tensión, es decir la competencia.
La
administración educativa tiene la obligación de hacer una propuesta clara para
el fin de este curso escolar y para el curso próximo.
En este sentido, Mareas por la Educación Pública
hace la siguiente propuesta:
La propuesta
que hace Mareas por la Educación Pública
pretende ser lo más clara, concisa y operativa posible y es válida tanto si
se retoma la enseñanza presencial como si no. Se intenta evitar entrar en
debates para los que no es el momento: no es necesario hablar de aprobado
general, de impedir las repeticiones o de promoción de curso generalizada...
Debe quedar
claro que con esta propuesta se quiere
poner el acento en la preeminencia de la relación pedagógica presencial
frente a la telemática: la educación 2.0 puede ser un recurso pero, incluso si
se cierra la llamada “brecha digital”, jamás
podrá suplantar a la relación pedagógica presencial. El hecho de que todo el
alumnado tenga acceso a internet o medios informáticos no garantiza el proceso
de aprendizaje por razones obvias: las desigualdades económicas y sociales se hacen ahora más evidentes que nunca y no
tienen su origen en las herramientas didácticas que se utilizan.
1. La materia impartida desde que se cerraron los centros no puede ser
evaluable dadas las pésimas condiciones, la disparidad de criterios y de métodos que
se han empleado, así como de los recursos a los que han tenido acceso tanto el
alumnado como el profesorado.
2. No avanzar materia de ahora en adelante una vez se retome la
actividad tras las vacaciones de Semana Santa. El trabajo telemático que se
haga a partir de ahora será exclusivamente de acompañamiento, de repaso y de
recuperación.
3. A efectos de evaluación, el curso se considera cerrado en la fecha
en la que se decretó el cierre de colegios en cada comunidad autónoma y solo se evaluarán contenidos desarrollados presencialmente. En
consecuencia no habrá 3ª Evaluación y el
alumnado que tuviera aprobadas la 1ª y 2ª evaluación se considerará que tiene
el curso aprobado. Esto se reflejará en las actas de Evaluación Final que serán
en la medida de lo posible presenciales. Conscientes de las particularidades de
cada etapa educativa, proponemos que el objetivo de esta evaluación sea el
beneficio de cada alumno y alumna. Hay que tener presentes las circunstancias
de cada uno, sus posibilidades de acceso a la formación online, tanto por
capacidad tecnológica como por la adaptación del currículum que requieren las
necesidades educativas especiales. Además esa evaluación debe hacerse
consultando con alumnado y familias para tener toda la información y
consensuando qué puede ser lo más beneficioso, así como las ventajas o
desventajas que podría tener aprobar o suspender una materia.
4. A partir de
la vuelta a la actividad el próximo 13 de abril, la labor de repaso tendrá como principal y prioritario
objetivo el intentar contactar y
trabajar, a distancia mientras dure el confinamiento, con el alumnado que no haya superado los contenidos impartidos
presencialmente hasta la fecha en
la que se decretó el cierre de colegios en cada comunidad autónoma para
que pueda recuperarlos. Para ello es imprescindible que se cubran todas las
plazas de bajas y jubilaciones.
5. Que este
objetivo se pueda lograr, dado que la actividad presencial tardará en
retomarse, está condicionado a que se cumpla la promesa hecha desde el
Ministerio de que se va a dotar de los recursos necesarios a todo el alumnado
que no los tiene a día de hoy. Si no es
así, serán los propios centros los que
intentarán contactar con ese alumnado y
sus familias para informarles de todo esto
y valorar la situación familiar y su capacidad para seguir las
actividades de recuperación.
6. En el caso
de quienes tengan contenidos pendientes y no cuenten con las condiciones mínimas de dotación y/o no
tengan una situación familiar idónea para seguir con el trabajo a distancia, los equipos educativos valorarán preferentemente
la opción de promocionarles de curso automáticamente. Esto se reflejará en las
correspondientes Actas de Evaluación final.
7. Las
administraciones, los centros y el profesorado contraen el compromiso de llevar a cabo las necesarias
adaptaciones de las programaciones del
próximo curso. Para ello la
administración debe poner los medios adecuados para que también en tiempo
normal nadie se quede atrás: menos alumnado por aula y profesor, más docentes,
estabilidad de las plantillas, personal y especialistas de apoyo (PTIs, AL,
Orientación, ILSEs, etc)
domingo, 5 de abril de 2020
La voz de las familias en El Desfiladero: "UNA CASA NO ES UNA ESCUELA"
“Una
madre de familia nos cuenta y reflexiona sobre cómo están viviendo
esta situación las familias de clases populares”
D esde
el primer día que se decretó el Estado de alarma, supimos que el
estudiar en casa iba a ser una auténtica locura. A la espera de las
instrucciones de la Junta, las dificultades se fueron acumulando en
muchos hogares : familias en las que alguno de sus miembros caían
enfermos, nos mandaban a un ERTE, se quedaban en paro o autónomos/as
que tenían que cerrar. Y lo peor, todo ello sin vislumbrar un punto
de luz que mostrara la salida del túnel. Y con este maravilloso
marco de incertidumbre y angustia, estamos obligados a hacer una vida
“normal” para hacer ver a nuestros hijos e hijas que este barco
en el que eres la capitana, no se hunde. Salieron
las instrucciones, que más que guiar a la Comunidad Educativa, lo
que hacían era mandarlas a casa a su suerte.
Nada claro, todos y todas como pollos sin cabeza. La Junta dio por
sentado que una casa es similar a una escuela y que la mayoría de
madres y padres teníamos la carrera de Magisterio, además de la
de Teleco, Ingeniería y salto mortal adelante con el manejo de redes
sociales, apps, programas y utensilios online para tele-estudiar y
tele-formar a nuestros hijos e hijas. ¡Y yo sin saberlo!.
Después
de varias semanas, lo más angustioso es ver cómo la Junta no
reacciona. Ya no pueden excusarse en el atropello de los
acontecimientos. Han tenido tiempo de analizar la situación, de
consultar con los diversos sectores y agentes de la comunidad
educativa y tomar una decisión conjunta. Pero no, es mejor seguir
violando derechos de los menores, como el de la igualdad de
oportunidades. Porque, hablemos claro y alto: la
casa no es igual que un aula de cualquier cole de España.
La igualdad que ofrece la presencia diaria en un aula de cualquier
cole, no la
dan los hogares. Según Unicef, las tasas de pobreza infantil en
España son de las más altas de los países industrializados. Por
ello debemos entender la desigualdad tan grande que se vive en los
hogares.
Situación
que en las escuelas, de forma presencial, no sucede. Las familias nos
vimos metidas en la vorágine de actividades, deberes, videos,
textos, consejos, manualidades, yoga, refuerzo y avance de materia. Y
aquí voy a pararme para hacer hincapié en este tema. En
esta situación,
el
avanzar materia es mandar a la cuneta a miles y miles de estudiantes,
si partimos de una desigualdad en los hogares, no es justo el avance
de materia.
Aquellos con una situación más ventajosa, podrán avanzar y los/las
demás a los que les sea completamente imposible, pues se quedarán
atrás -debido a aspectos completamente externos los alumnos y
alumnas-. Reforzar
contenidos dados Si, avanzar materia NO.
Yo
como madre de dos críos de 5 y 7 años me he plantado. No expondré
a mis hijos a un nivel de estrés y angustia mayor de la que ya
tienen porque a un señor empresario llamado Imbroda, que no tiene ni
idea de Educación, y menos de la Pública, venga a dar instrucciones
sin sentido ni argumentos. Tengo medios digitales, capacidad
intelectual y cultural para hacerles avanzar académicamente. Pero no
puedo dejar de pensar en aquellas personas que no pueden. Y siempre
he sido así. O avanzamos TODOS y TODAS o sería mejor plantearse
otra situación.
Yo
salvaguardaré la integridad física y mental de mis hijos, ya que la
Junta no lo hará.
La Junta no piensa en los niños y niñas…sólo piensa en tener un
montón de funcionarios y funcionarias públicas ocupadas (que por
cierto cada vez son menos con los recortes y la interinidad) para que
así justifiquen su salario a final de mes. Como si no amortizaran de
sobra las horas que invierten, no lectivas en sus alumnos y alumnas
todos los santos días, laborables y no laborables en todo el trabajo
que realizan: correcciones, programaciones didácticas, manualidades,
excursiones y en algo que me saca de quicio… esos millares de
documentos, ítems y pamplinas que les hacen rellenar para que los
señores y señoras de la Junta queden satisfechos en sus puñeteras
estadísticas y estupideces, que más adelante usarán para catalogar
escuelas y baremarlas a su antojo. ¡Váyanse
a la mierda y dejen enseñar en paz!
Son violadores del sentido término más puro de la enseñanza.
Para
la mayoría de las familias, las que vivimos ahora la situación día
a día, la única solución posible es dar el curso por finalizado.
Cuando
todo termine, ya veremos ENTRE TODOS Y TODAS, cómo hacemos.
Los cursos son repetitivos y por regla general se empieza con un
repaso del curso anterior.
Otra
cuestión que echo en falta en esta situación, es una respuesta más
contundente por parte del gremio de los/las docentes. Es conocido que
muchos de ellos y ellas se relamen las heridas, no es una situación
fácil y encima se flagelan, otros agachan la cabeza y obedecen a
ciegas, otros sólo se miran el ombligo, también echo en falta más
autocrítica.
He
leído las cartas de las asociaciones de directores y directoras,
tanto de Primaria como de los IES, y me ha faltado más contundencia
en ellas.
He
escuchado a la señora Celaá decir que dotará a los hogares de
medios digitales para que puedan seguir formándose, y yo le
pregunto: ¿Cuándo todo esto termine, a todas las familias nos va a
convalidar estos meses para tener la carrera de Magisterio? ¿O el
máster para poder ejercer la docencia? Qué visión más arcaica de
lo que significa enseñar, de la palabra en sí misma, ¡qué pena!.
Entrevista en El Desfiladero: "Liderazgo pedagógico ausente"
El Desfiladero entrevista a Fernando Cobos Becerra, profesor de Fp y asesor en el CEP de Huelva. Es miembro de Marea Verde de Huelva
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