Una de las primeras malas noticias que
nos dejó la llegada a la Consejería de Educación del “equipo de
Imbroda” es el anuncio de la eliminación de las zonas o sectores
de escolarización. O sea la liberalización de la elección de
centros por parte de las familias. Esto equivale a que la
escolarización pase a estar regida por “las leyes del mercado”
: competencia entre los centros para atraer a los “mejores alumnos”,
competencia entre las familias por acceder a los “mejores
colegios”. Según la vulgata neoliberal esto haría posible que
aumentara la calidad de todos los centros en competición, que se
diversificara la “oferta” y que todas las familias encontraran
el centro que más se adapte a las necesidades y características de
sus hijas e hijos.
Ahora bien, tanto en EEUU como en
Francia e Inglaterra, la abundante investigación sociológica sobre
el fenómeno de la “segregación escolar” señala de forma
abrumadora a la “libertad de elección de centros” como la causa
de ello. Las familias más favorecidas (con más recursos económicos,
culturales y sociales) huyen y evitan los centros donde la población
mayoritaria es de origen popular y, sobre todo, inmigrante,
utilizando precisamente esos recursos de que están mejor provistas.
Ello ha conducido a una polarización paulatina de la
diferenciación de los centros escolares desde el punto de vista
social, étnico y académico: centros “de excelencia” frente a
“centros degradados”.
Así se explica que un sistema
educativo presunta y formalmente “único” y “comprensivo”
hasta una edad escolar avanzada (16 años), como el francés o el
español, se convierta en un mecanismo que sigue reproduciendo las
desigualdades sociales porque funciona como un mercado sostenido
en la cada vez más liberalizada “elección de centros”: la
segmentación refuerza las desigualdades para acceder a las
titulaciones.
En efecto, una de las conclusiones de la sociología de
la educación en las últimas décadas es que la homogeneidad
(social, étnica, cultural) de la población escolarizada en un
centro favorece a los “buenos alumnos” y perjudica al alumnado
más retrasado o más flojo académicamente hablando. Es el fenómeno
conocido como school mix (centros escolares con alumnado heterogéneo) que
favorece una mejora general del rendimiento académico.
En el caso del Estado Español es bien
conocida la situación en CCAA, como Madrid o Catalunya.
Un reciente informe de Save The
Children nos pone en la pista de los problemas en La CCAA de Madrid.
En cuanto a Catalunya, la gravedad de
la situación ha llevado al Govern de la Generalitat a plantearse el
problema (Evidentemente es la política seguida por la propia
Generalitat la que ha llevado a esta situación)
Allí donde la sectorización ha sido
casi totalmente eliminada o los criterios de escolarización son muy
laxos, muchas familias intentan eludir el sector que les
corresponde. Y preferentemente lo hacen huyendo de los “malos
colegios” donde se acumula el alumnado marcado por su origen social y
el fracaso escolar. Pero es la escolarización de inmigrantes uno de
los primeros pasos en el proceso de diferenciación de los centros y
establecimiento de una jerarquización social entre ellos.
En Andalucía, frente a la palabrería
seudoprogresista del hasta ahora gobierno andaluz, es también
evidente la tendencia a la segregación escolar, precisamente por la
laxitud con que se han venido aplicando los criterios de
escolarización en provecho de los centros privados concertados. Esto
demuestra que incluso con una escolarización sectorizada pero
laxista en cuanto a su aplicación, se genera segregación. En primer
lugar, claro está, ello se debe a la existencia de una doble red de
escolarización (pública-estatal/privada-concertada). Especialmente
relevante es la presencia de centros privados concertados en barrios
“populares” ( o en las afueras de las ciudades, sin población
abundante en su entorno) Es ya evidente la concentración del
alumnado inmigrante en determinados centros públicos que quedan así
marcados.
Como muestra un botón: datos de escolarización en el
Barrio de El Palo (Málaga)
El
Palo está situado en el Distrito 2 de Málaga. Este D2 destaca por
sus especiales características de zona compleja desde el punto de
vista de su composición de clases y por el hecho de ser el Distrito
que concentra la mayor oferta de enseñanza privada (solo comparable
a la zona de Puerto de Torre del Distrito 10) El desequilibrio es tal
que hay 10 centros privados concertados frente a 9 centros públicos
(3 IES y 6 CEIP) Con esta elevada oferta concertada se está
financiando con dinero público la enseñanza de una población que
corresponde mayoritariamente a la “nueva pequeña burguesía” (
“clase media y media alta” con alto poder adquisitivo). Es bien
sabido que estos sectores sociales usa el sistema educativo (el
“capital escolar” y el “capital social”) como estrategia para
mantener y elevar su estatus social. Es el sector social que, en una
situación de escolarización desrregulada o laxista recurre a la
“libertad de elección” para intentar por todos los medios evitar
compartir centros con la población de origen popular y/o inmigrante.
De este distrito es en la zona de la Barriada de El Palo donde mejor
podemos observar estos contrastes sociales debido a la existencia de
un núcleo de población de “clase obrera” ( golpeada por el
paro) y una importante población inmigrante.
Llaman la
atención las bajísimas ratios del San Estanislao de Koska,
que mantiene intacta su imagen de colegio de élite a pesar de
existir en su entorno inmediato un núcleo de población “popular”
con notable presencia de inmigrantes . Aquí hay
que hablar claramente de segregación: todo parece indicar
que “los jesuitas de El Palo” derivan, hacia el ICET (regido por
la misma orden jesuita) o al Valle Inclán (situado a escasos
metros), al alumnado NEE/NEAE y sobre todo extranjero, que puede
dañar su imagen, De esa forma selecciona a
su alumnado preferentemente de Miraflores de El Palo, de clase “media
y media alta”. Este evidente
rechazo al alumnado inmigrante se ve
también en el Colegio Platero: siendo un colegio
“progre”, tiene una de las ratios más bajas de extranjeros y
ningún inmigrante, mientras que el IES El Palo ( situado enfrente) y
el IES Mediterráneo (situado a pocos minutos andando) casi doblan la
ratio media de Málaga para ese alumnado. Por contra su ratio de
educación especial es relativamente alta, porque dispone de recursos
para atender síndrome de Down y quizás recoge a “altas
capacidades” de familias de la pequeña burguesía de la zona ( la
urbanización “chic” de El Candado y otras cercanas) que es la
clientela tradicional de este centro.
Pero es también llamativo que estos
efectos de segregación se dan también entre centros públicos.
El CEIP Jorge Guillén situado parece hacer otro tanto conservando
su imagen de “colegio bueno” y más demandado de la zona –
tiene pocas plazas libres- frente al Gutiérrez Mata, “de mala
nota” y con más plazas libres, e incluso el Miguel Hernández
Tambien hay que señalar el contraste
entre el IES Mediterráneo y IES El Palo: mientras que el primero
tiene fama de innovador y puntero, sus ratios de alumnado de
educación especial son llamativamente bajas. De igual manera el CEIP
Miguel Hernández, en contraste con el Jorge Guillén y Gutierrez
Mata ( situados a escasos minutos) parece “especializado” tanto
en educación especial, ya que dispone de personal para atender
autismo, como en atención a la población inmigrante.
Pero
lo más interesante es el caso del ICET-SAFA.
Puede hablarse claramente de un
despilfarro en las 2 unidades de bachillerato que tiene concertadas
habiendo plazas de sobra en los dos IES situados ambos a escasos
minutos. Lo mismo puede decirse de las 3 Unidades de Infantil e
incluso de las de Primaria. No hace ninguna función de cubrir las
necesidades de escolarización de la zona por falta de plazas
públicas. Mas bien parece funcionar como un aliviadero al participar
en el juego segregador del colegio de los Jesuitas.
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