martes, 16 de abril de 2019

Segregación escolar: los peligros de liberalizar la “elección de centros por las familias”.

Una de las primeras malas noticias que nos dejó la llegada a la Consejería de Educación del “equipo de Imbroda” es el anuncio de la eliminación de las zonas o sectores de escolarización. O sea la liberalización de la elección de centros por parte de las familias. Esto equivale a que la escolarización pase a estar regida por “las leyes del mercado” : competencia entre los centros para atraer a los “mejores alumnos”, competencia entre las familias por acceder a los “mejores colegios”. Según la vulgata neoliberal esto haría posible que aumentara la calidad de todos los centros en competición, que se diversificara la “oferta” y que todas las familias encontraran el centro que más se adapte a las necesidades y características de sus hijas e hijos. 

Ahora bien, tanto en EEUU como en Francia e Inglaterra, la abundante investigación sociológica sobre el fenómeno de la “segregación escolar” señala de forma abrumadora a la “libertad de elección de centros” como la causa de ello. Las familias más favorecidas (con más recursos económicos, culturales y sociales) huyen y evitan los centros donde la población mayoritaria es de origen popular y, sobre todo, inmigrante, utilizando precisamente esos recursos de que están mejor provistas. Ello ha conducido a una polarización paulatina de la diferenciación de los centros escolares desde el punto de vista social, étnico y académico: centros “de excelencia” frente a “centros degradados”.
Así se explica que un sistema educativo presunta y formalmente “único” y “comprensivo” hasta una edad escolar avanzada (16 años), como el francés o el español, se convierta en un mecanismo que sigue reproduciendo las desigualdades sociales porque funciona como un mercado sostenido en la cada vez más liberalizada “elección de centros”: la segmentación refuerza las desigualdades para acceder a las titulaciones. 

 En efecto, una de las conclusiones de la sociología de la educación en las últimas décadas es que la homogeneidad (social, étnica, cultural) de la población escolarizada en un centro favorece a los “buenos alumnos” y perjudica al alumnado más retrasado o más flojo académicamente hablando. Es el fenómeno conocido como school mix (centros escolares con alumnado heterogéneo) que favorece una mejora general del rendimiento académico.

En el caso del Estado Español es bien conocida la situación en CCAA, como Madrid o Catalunya.
Un reciente informe de Save The Children nos pone en la pista de los problemas en La CCAA de Madrid.
En cuanto a Catalunya, la gravedad de la situación ha llevado al Govern de la Generalitat a plantearse el problema (Evidentemente es la política seguida por la propia Generalitat la que ha llevado a esta situación)

Allí donde la sectorización ha sido casi totalmente eliminada o los criterios de escolarización son muy laxos, muchas familias intentan eludir el sector que les corresponde. Y preferentemente lo hacen huyendo de los “malos colegios” donde se acumula el alumnado marcado por su origen social y el fracaso escolar. Pero es la escolarización de inmigrantes uno de los primeros pasos en el proceso de diferenciación de los centros y establecimiento de una jerarquización social entre ellos.

En Andalucía, frente a la palabrería seudoprogresista del hasta ahora gobierno andaluz, es también evidente la tendencia a la segregación escolar, precisamente por la laxitud con que se han venido aplicando los criterios de escolarización en provecho de los centros privados concertados. Esto demuestra que incluso con una escolarización sectorizada pero laxista en cuanto a su aplicación, se genera segregación. En primer lugar, claro está, ello se debe a la existencia de una doble red de escolarización (pública-estatal/privada-concertada). Especialmente relevante es la presencia de centros privados concertados en barrios “populares” ( o en las afueras de las ciudades, sin población abundante en su entorno) Es ya evidente la concentración del alumnado inmigrante en determinados centros públicos que quedan así marcados. 

Como muestra un botón: datos de escolarización en el Barrio de El Palo (Málaga) 
 El Palo está situado en el Distrito 2 de Málaga. Este D2 destaca por sus especiales características de zona compleja desde el punto de vista de su composición de clases y por el hecho de ser el Distrito que concentra la mayor oferta de enseñanza privada (solo comparable a la zona de Puerto de Torre del Distrito 10) El desequilibrio es tal que hay 10 centros privados concertados frente a 9 centros públicos (3 IES y 6 CEIP) Con esta elevada oferta concertada se está financiando con dinero público la enseñanza de una población que corresponde mayoritariamente a la “nueva pequeña burguesía” ( “clase media y media alta” con alto poder adquisitivo). Es bien sabido que estos sectores sociales usa el sistema educativo (el “capital escolar” y el “capital social”) como estrategia para mantener y elevar su estatus social. Es el sector social que, en una situación de escolarización desrregulada o laxista recurre a la “libertad de elección” para intentar por todos los medios evitar compartir centros con la población de origen popular y/o inmigrante. De este distrito es en la zona de la Barriada de El Palo donde mejor podemos observar estos contrastes sociales debido a la existencia de un núcleo de población de “clase obrera” ( golpeada por el paro) y una importante población inmigrante. 

[Entre paréntesis se indican en cada caso las ratios en % de alumnado NEE, NEAE y extranjeros respecto del total]


Llaman la atención las bajísimas ratios del San Estanislao de Koska, que mantiene intacta su imagen de colegio de élite a pesar de existir en su entorno inmediato un núcleo de población “popular” con notable presencia de inmigrantes . Aquí hay que hablar claramente de segregación: todo parece indicar que “los jesuitas de El Palo” derivan, hacia el ICET (regido por la misma orden jesuita) o al Valle Inclán (situado a escasos metros), al alumnado NEE/NEAE y sobre todo extranjero, que puede dañar su imagen, De esa forma selecciona a su alumnado preferentemente de Miraflores de El Palo, de clase “media y media alta”. Este evidente rechazo al alumnado inmigrante se ve también en el Colegio Platero: siendo un colegio “progre”, tiene una de las ratios más bajas de extranjeros y ningún inmigrante, mientras que el IES El Palo ( situado enfrente) y el IES Mediterráneo (situado a pocos minutos andando) casi doblan la ratio media de Málaga para ese alumnado. Por contra su ratio de educación especial es relativamente alta, porque dispone de recursos para atender síndrome de Down y quizás recoge a “altas capacidades” de familias de la pequeña burguesía de la zona ( la urbanización “chic” de El Candado y otras cercanas) que es la clientela tradicional de este centro.
Pero es también llamativo que estos efectos de segregación se dan también entre centros públicos. El CEIP Jorge Guillén situado parece hacer otro tanto conservando su imagen de “colegio bueno” y más demandado de la zona – tiene pocas plazas libres- frente al Gutiérrez Mata, “de mala nota” y con más plazas libres, e incluso el Miguel Hernández
Tambien hay que señalar el contraste entre el IES Mediterráneo y IES El Palo: mientras que el primero tiene fama de innovador y puntero, sus ratios de alumnado de educación especial son llamativamente bajas. De igual manera el CEIP Miguel Hernández, en contraste con el Jorge Guillén y Gutierrez Mata ( situados a escasos minutos) parece “especializado” tanto en educación especial, ya que dispone de personal para atender autismo, como en atención a la población inmigrante.
Pero lo más interesante es el caso del ICET-SAFA. Puede hablarse claramente de un despilfarro en las 2 unidades de bachillerato que tiene concertadas habiendo plazas de sobra en los dos IES situados ambos a escasos minutos. Lo mismo puede decirse de las 3 Unidades de Infantil e incluso de las de Primaria. No hace ninguna función de cubrir las necesidades de escolarización de la zona por falta de plazas públicas. Mas bien parece funcionar como un aliviadero al participar en el juego segregador del colegio de los Jesuitas.

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