“Una
madre de familia nos cuenta y reflexiona sobre cómo están viviendo
esta situación las familias de clases populares”
D esde
el primer día que se decretó el Estado de alarma, supimos que el
estudiar en casa iba a ser una auténtica locura. A la espera de las
instrucciones de la Junta, las dificultades se fueron acumulando en
muchos hogares : familias en las que alguno de sus miembros caían
enfermos, nos mandaban a un ERTE, se quedaban en paro o autónomos/as
que tenían que cerrar. Y lo peor, todo ello sin vislumbrar un punto
de luz que mostrara la salida del túnel. Y con este maravilloso
marco de incertidumbre y angustia, estamos obligados a hacer una vida
“normal” para hacer ver a nuestros hijos e hijas que este barco
en el que eres la capitana, no se hunde. Salieron
las instrucciones, que más que guiar a la Comunidad Educativa, lo
que hacían era mandarlas a casa a su suerte.
Nada claro, todos y todas como pollos sin cabeza. La Junta dio por
sentado que una casa es similar a una escuela y que la mayoría de
madres y padres teníamos la carrera de Magisterio, además de la
de Teleco, Ingeniería y salto mortal adelante con el manejo de redes
sociales, apps, programas y utensilios online para tele-estudiar y
tele-formar a nuestros hijos e hijas. ¡Y yo sin saberlo!.
Después
de varias semanas, lo más angustioso es ver cómo la Junta no
reacciona. Ya no pueden excusarse en el atropello de los
acontecimientos. Han tenido tiempo de analizar la situación, de
consultar con los diversos sectores y agentes de la comunidad
educativa y tomar una decisión conjunta. Pero no, es mejor seguir
violando derechos de los menores, como el de la igualdad de
oportunidades. Porque, hablemos claro y alto: la
casa no es igual que un aula de cualquier cole de España.
La igualdad que ofrece la presencia diaria en un aula de cualquier
cole, no la
dan los hogares. Según Unicef, las tasas de pobreza infantil en
España son de las más altas de los países industrializados. Por
ello debemos entender la desigualdad tan grande que se vive en los
hogares.
Situación
que en las escuelas, de forma presencial, no sucede. Las familias nos
vimos metidas en la vorágine de actividades, deberes, videos,
textos, consejos, manualidades, yoga, refuerzo y avance de materia. Y
aquí voy a pararme para hacer hincapié en este tema. En
esta situación,
el
avanzar materia es mandar a la cuneta a miles y miles de estudiantes,
si partimos de una desigualdad en los hogares, no es justo el avance
de materia.
Aquellos con una situación más ventajosa, podrán avanzar y los/las
demás a los que les sea completamente imposible, pues se quedarán
atrás -debido a aspectos completamente externos los alumnos y
alumnas-. Reforzar
contenidos dados Si, avanzar materia NO.
Yo
como madre de dos críos de 5 y 7 años me he plantado. No expondré
a mis hijos a un nivel de estrés y angustia mayor de la que ya
tienen porque a un señor empresario llamado Imbroda, que no tiene ni
idea de Educación, y menos de la Pública, venga a dar instrucciones
sin sentido ni argumentos. Tengo medios digitales, capacidad
intelectual y cultural para hacerles avanzar académicamente. Pero no
puedo dejar de pensar en aquellas personas que no pueden. Y siempre
he sido así. O avanzamos TODOS y TODAS o sería mejor plantearse
otra situación.
Yo
salvaguardaré la integridad física y mental de mis hijos, ya que la
Junta no lo hará.
La Junta no piensa en los niños y niñas…sólo piensa en tener un
montón de funcionarios y funcionarias públicas ocupadas (que por
cierto cada vez son menos con los recortes y la interinidad) para que
así justifiquen su salario a final de mes. Como si no amortizaran de
sobra las horas que invierten, no lectivas en sus alumnos y alumnas
todos los santos días, laborables y no laborables en todo el trabajo
que realizan: correcciones, programaciones didácticas, manualidades,
excursiones y en algo que me saca de quicio… esos millares de
documentos, ítems y pamplinas que les hacen rellenar para que los
señores y señoras de la Junta queden satisfechos en sus puñeteras
estadísticas y estupideces, que más adelante usarán para catalogar
escuelas y baremarlas a su antojo. ¡Váyanse
a la mierda y dejen enseñar en paz!
Son violadores del sentido término más puro de la enseñanza.
Para
la mayoría de las familias, las que vivimos ahora la situación día
a día, la única solución posible es dar el curso por finalizado.
Cuando
todo termine, ya veremos ENTRE TODOS Y TODAS, cómo hacemos.
Los cursos son repetitivos y por regla general se empieza con un
repaso del curso anterior.
Otra
cuestión que echo en falta en esta situación, es una respuesta más
contundente por parte del gremio de los/las docentes. Es conocido que
muchos de ellos y ellas se relamen las heridas, no es una situación
fácil y encima se flagelan, otros agachan la cabeza y obedecen a
ciegas, otros sólo se miran el ombligo, también echo en falta más
autocrítica.
He
leído las cartas de las asociaciones de directores y directoras,
tanto de Primaria como de los IES, y me ha faltado más contundencia
en ellas.
He
escuchado a la señora Celaá decir que dotará a los hogares de
medios digitales para que puedan seguir formándose, y yo le
pregunto: ¿Cuándo todo esto termine, a todas las familias nos va a
convalidar estos meses para tener la carrera de Magisterio? ¿O el
máster para poder ejercer la docencia? Qué visión más arcaica de
lo que significa enseñar, de la palabra en sí misma, ¡qué pena!.
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