sábado, 18 de abril de 2020

Nuevo artículo en El Desfiladero: "Pensamiento alarmado para un final de curso anómalo"

Observo con perplejidad cómo el consejero de educación y muchos de mis compañeros confunden el fin con los medios. ¿El objetivo de la educación es el aprendizaje o la evaluación? ¿El aprobado es un medio para reconocer un aprendizaje o un fin en sí mismo? No considero que mi trabajo se menosprecie haya o no evaluaciones o aprobados generales. Mi trabajo (enseñar) ya está hecho con todos los alumnos y más con los que he podido contactar online. Sin embargo, sí que se menosprecia cuando me piden que trate a mis alumnos por igual viendo las desigualdades de medios que existen entre ellos.

Se supone que partimos de la idea de que esta crisis no puede ser una oportunidad para que algunos salgan beneficiados y sobre todo para que nadie sea discriminado. Y mucho menos cuando hablamos en su mayor parte de menores y cuando se trata del ámbito educativo o preprofesional. La discriminación viene a raíz de estas clases online improvisadas que con tan buena fe se han realizado, discriminación que se va a incrementar si son evaluadas o contabilizadas más allá de la atención educativa. El esfuerzo que se ha hecho por parte de todos para atender educativamente al máximo número de alumnos no puede ir en beneficio de unos y detrimento de otros.

  El debate no es si los los alumnos “desaparecidos” online que no tenían buenas notas deberían estar aprobados o suspensos, o si deberían promocionar o no. El debate es que, aunque hemos hecho online lo que hemos podido, es un hecho que se ha creado una brecha educativa. Que esta brecha, al igual que la crisis, no va a ser puntual ni cosa de un curso o dos, y eso es algo que hay que corregir a medio plazo con soluciones estructurales. Simplificar la compensación educativa por lo que está pasando en esta crisis al aprobado, el suspenso o la repetición/promoción es “parchear” el sistema para salir del paso. Luego se hará como si con esto hubiéramos solucionado el problema y a seguir incrementando la brecha educativa y social.

El primer parche es dejar que, en esta situación, la responsabilidad de las decisiones sobre aprobados y promoción (y por tanto de las supuestas medidas de compensación educativa) recaiga sobre los claustros, los equipos directivos, los jefes de departamento y los profesores y maestros. Estos, no sólo se sentirán responsables y quedarán expuestos ante la sociedad y los padres, sino que tendrán que justificarse con programaciones rehechas sobre la marcha para evitar reclamaciones. Si no se hace una previsión coherente para el curso que viene y siguientes todo lo que se haga será una respuesta muy corta de miras. Haya aprobados generales o no, con mucho alumnado con asignaturas pendientes o sin ellas, el próximo no va a ser un curso normal. Tratarlo como tal sería una traición al alumnado y un “echar a los leones” al profesorado.

Aunque claramente insuficiente por sí misma no hay tal escándalo en la promoción mayoritaria del alumnado. Puesto que la mayor parte de los alumnos supera el curso cada año, la “anomalía” es la repetición. De hecho, y puesto que está demostrado que bajando la ratio se reduce el número de suspensos y se mejoran los resultados, el suspenso es por definición en su mayor parte fallo del sistema y no del alumno. Peor todavía, España es de los países del mundo que más incide en la repetición, que se entiende a modo de “castigo”, el 28,7% de los alumnos repite. Esto es 2,5 veces más de media que el resto de países de la UE en 2018, cifras que el propio informe PISA considera “alarmantes”. Y digo castigo ya que, como concluye dicho informe, no se puede demostrar correlación entre resultados del sistema educativo y repetición. Precisamente todo lo contrario a lo que ocurre con la ratio profesor-alumno, que aunque está demostrado que es lo que más influye,  siempre hay a mano una excusa para recortar profesorado.

Así pues, no es descabellado que aprobemos a todos los alumnos y que el sistema asuma la responsabilidad que nos quiere trasladar a los docentes, la de no discriminar a nadie por motivos económicos. No es ninguna locura algo como no permitir repeticiones salvo en casos excepcionales. Ni siquiera debería ser una medida de emergencia. No es más que lo que nos lleva años recomendando el informe PISA, que sólo suspenda una tercera parte del porcentaje de alumnos que lo hace habitualmente. Lo lamentable es que, aunque se pase de curso a todos menos a los casos “muy excepcionales”, estos casos excepcionales coincidirán en su mayor parte con el 10% “desaparecido telemáticamente”, es decir con los más desfavorecidos, y se habrá desviado el debate principal sobre la brecha educativa a una cuestión superficial sobre si es justo aprobar o no. Cosa que además dividirá al propio profesorado.

En cualquier caso los resultados de este curso serían bastante arbitrarios porque:

Puede parecer justo pasar de curso con pendientes y evaluar el periodo de clases online sólo en positivo.  Pero es como dar por válidos los resultados y repartir los premios en una carrera en la que a un 10% de los participantes a mitad del recorrido les cambiamos la línea de meta y a otro alto porcentaje les quitamos las zapatillas. Contar estas clases no es una solución ni justa ni social. Nadie ha puesto en duda que los resultados de la carrera luego sirvan para las notas medias y para los currículums laborales, por eso duele tanto aprobar o promocionar al alumnado. Es muy simple: si no se ha competido en igualdad de condiciones es carrera nula. Ya es suficiente ventaja que hacer la carrera completa sirva para entrenar. Es más, delegar esta decisión en el profesorado es una falta de respeto social, además de dejarnos vendidos, ya que nuestros hijos están entre los que corren la carrera con zapatillas.

Un gran número de alumnos van a ser “evaluados” por las clases presenciales. Eso supone un trimestre y algo más de medio. Precisamente el trimestre que se caracteriza por una frase presente en todas las evaluaciones, que dice algo así como: “vamos a ser duros en el primer trimestre y si hay que pasar la mano o hacer recuperaciones que sea al final”. Esta es una premisa conocida por alumnado y profesorado. De hecho, hablamos de evaluación continua y el sistema permite y premia que un alumno vaya recuperando y mejorando durante el curso. Así pues, para el alumnado que no pueda trabajar online la evaluación será claramente discriminatoria. Un gran número de alumnos empieza el curso con 3 o más pendientes y supera el curso en junio o septiembre. ¿Cómo se corrije esa variable? Aunque un alumno promocione, si no ha podido hacer nada online y le han quedado 3 o 4 pendientes en el primer trimestre, es un claro candidato a repetir el curso próximo salvo que, como decía antes, se reformule ese próximo curso. El sistema no ha podido respetar las condiciones iniciales que se plantean para todo el curso en las programaciones, si ahora emite un juicio (evaluación/promoción) negativo basado en condiciones anómalas sería arbitrario y un fraude al “pacto” que se firma con el alumnado a principios de curso.  ¿Alguien avisó a los alumnos/padres/madres de que este año el aprobado o suspenso dependería de sus notas en diciembre?

Doble castigo. Los alumnos que presumiblemente suspenderán o repetirán coincidirán con aquellos que peor lo están pasando durante la crisis, que coincidirán con los que tienen menos recursos económicos y que serán mayoritariamente de centros públicos. Ahora mismo en nuestro país el alumnado desfavorecido, con pocos recursos, repite 4 veces más, la segunda brecha más alta de la OCDE (según PISA 2018). Además en la enseñanza reglada no universitaria tenemos familias sin acceso a Internet en casa, un 10% ha dicho el ministerio estos días (hablamos de la friolera de 820.000 alumnos), familias con escasez de equipos electrónicos (el 44% de las familias desfavorecidas tienen uno y el 14% ninguno, según PISA), o lo que es mucho peor, familias que están en tales condiciones económicas o de salud en las que la educación no es prioritaria. Todos los expertos coinciden en que los problemas psicológicos, especialmente de niños y adolescentes, aflorarán a medio plazo al salir de la crisis, miembros de la Asociación Española de Pediatría hablan de niños enfermando por falta de movimiento y socialización. Ahora, el sistema educativo, no puede trasladar el problema al curso que viene sin más, porque va a ser más importante la brecha social que la educativa. El castigo seguirá siendo doble, ya sea con más esfuerzo en el primer trimestre o con una repetición de curso a la larga, porque el sistema sigue computando y dejando más atrás aún a los mismos de siempre. Seguimos teniendo la conciencia de que los contenidos importan más que la persona.

Educar es por definición trasladar la experiencia de la sociedad a las siguientes generaciones. Nos enfrentamos a una crisis que no hemos vivido en los últimos 80 años. La educación no puede ser ajena a lo que ocurre y no se puede pretender que esto sólo afecte a un periodo sin clases  presenciales y que luego la vida siga igual. Es más, lo que está pasando con la crisis del coronavirus es claramente una oportunidad educativa. Ahora, en educación deberíamos estar hablando y debatiendo sobre cómo incorporar la realidad que nos rodea a la concepción de educación que hemos tenido los últimos 40 años. No estoy hablando de materiales que traten el tema, cosa que ya excelentes profesores y maestros están adaptando desde casa al ritmo que pueden. Se trata de una reflexión más amplia sobre qué es importante y qué no en la vida y en la educación. Hablamos de resiliencia, conflicto, solidaridad y sociedad. Es una oportunidad perfecta, sobre todo ahora que es tan evidente para todos lo fácil que se pueden perder muchas de las cosas que dábamos por hechas, cosas como sanidad pública con capacidad para todos y una educación pública justa que compense las desigualdades sociales.

Muchos sentiremos la presión de que venga inspección a revisar nuestras programaciones/decisiones provisionales y rehechas aunque en ningún sitio estén escritos criterios para juzgarlas. ¿Cómo se va a juzgar nuestro criterio educativo provisional en condiciones de excepcionalidad? Otros no permitiremos bajo ningún concepto que un alumno que no tiene unos mínimos conocimientos en contenidos apruebe una asignatura y otros muchos premiaremos a los que trabajen online sin mirar otras circunstancias. Para muchos la ley, aunque no esté prevista para estos casos, estará por encima de las personas. Es normal que no haya conciencia de la gravedad de la situación social ni aún llevando más de un mes encerrados en casa, porque, además de estar en shock y no pertenecer a los sectores que más van a pagar la crisis, poner en cuestión cómo se han hecho las cosas durante 40 años equivale a replantearse concepciones vitales. Estamos permitiendo, y se está haciendo muy evidente en esta crisis, que la legitimidad de la educación y la autoridad y el respeto al profesorado en el aulas se juzguen en función del número de suspensos y las repeticiones, cuando  lo que tenemos que poner en valor es una educación que se valore por lo que enseñamos y la labor social que hacemos. Ahora más que nunca tenemos que hacer valer el aprender sobre el aprobar.

Como profesorado, debemos presionar a los gobiernos para que hagan un plan coherente y a medio plazo, que tenga muy en cuenta a la educación para, como mínimo, no incrementar la brecha social (cuando deberíamos estar hablando de disminuirla). Porque con los parches están dejando caer la responsabilidad sobre nosotros que, hagamos lo que hagamos, seremos injustos. Pero con una cuestión muy importante de fondo, los padres de niños con zapatillas estarán ahí para que no se sea injusto con sus hijos, pero ¿quién da la cara por los otros?
Por favor, juzguemos/evaluemos esta situación poniendo a nuestro alumnado y a las personas por delante antes de decidir por qué protestar y cómo evaluar cada caso. Es injusto castigar con la repetición a los alumnos más desfavorecidos, es injusto hacer que promocionen con una mochila imposible de levantar y es injusto que vean cómo otros se llevan premios a los que ellos no pueden aspirar.
                                                                                     Abril de 2020
                                                                      Juan Antonio Manceras
                                                                      Profesor de Informática

2 comentarios:

  1. Gracias , Juan Antonio, por hacer esta ejemplificante reflexión de cómo están y se van a suceder los acontecimientos. Es más de lo mismo sobre lo que llevamos viviendo discentes, docentes y familias. Que tendrá que pasar para que nuestras protestas no caigan en sacos rotos y se considere a la educación Pública como se merece.

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