POR: Salva Aguilera, Comisión de Comunicación de Mareas por la Educación Pública.
El
22M quedará para el recuerdo de muchos de los cientos de miles de
personas que caminamos por las calles de Madrid. Personas,
colectivos, plataformas, sindicatos, asambleas, etc.; venidas de casi
todo el territorio español, recorrimos la capital del estado como
muestra de rechazo a las políticas de nuestros gobernantes.
Un
éxito que han querido esconder los medios de comunicación para que
dicho evento no se contagie al resto del estado español. Una
movilización histórica en la que ni PP, PSOE, CCOO y UGT
convocaban.
Día
en el que las mareas pintaron un arcoíris que se convirtió en un
gigantesca ola. Una ola que está dispuesta a trabajar para cambiar
el sistema que nos gobierna y que ojalá se pueda convertir en un
tsunami que pueda borrar del terreno todo aquello que ha provocado y
nos ha llevado al terrible panorama actual.
Ese
día 22M tuve la suerte de ser representante de la marea verde y
amarilla (Cataluña) en Educación, llevando la pancarta en la que
los 4 lemas (“No al pago de la deuda”; “Ni un recorte más”;
“Fuera los gobiernos de la Troika”; “Pan, trabajo y techos para
todos y todas ”)
han presidido desde el principio de este caminar silenciado desde sus
inicios a las marchas indignadas. En esa pancarta íbamos
representantes de Educación, Sanidad, de Coca-Cola, Panrico, etc.
Las
palabras que podían englobar lo que vivimos fueron EMOCIÓN y
SENTIMIENTO. Pero a título personal, para poder haceros llegar lo
que se vivió allí diría que: Indescriptible
al verme rodeado de tanta gente que está harta de la situación
actual y que salió a la calle para manifestarse. Reconfortado
al
sentirme
protegido por decenas o quizás cientos de bomberos de todo el estado
español que nos hicieron de cordón de seguridad. Agradecido
por los aplausos que a nuestro paso se iban intercambiando entre los
presentes. Orgulloso
por poder llevar dicha pancarta y poderlo vivir en primera persona.
Abrumado
al saber que al caminar me acompañabais las gentes de Ibiza,
Baleares y del resto del territorio, que no podían estar allí pero
que luchan por una sociedad más justa. Guerrero
al poder vociferar los cánticos que allí se clamaban al formar
parte de esa comitiva. Desolado
al escuchar como el representante murciano decía públicamente que
tenía que ir con un “tupperware” a mendigar comida por los bares
y atender a la generosidad de algún establecimiento. Esperanzado
al escuchar el discurso de Diego Cañamero llamando a la lucha. Y
finalmente, triste
al ver como acabó el día.
Yo
había abandonado Colón cuando iba a empezar la Solfónica a cantar
como colofón del cierre al 22M. Estar cantando y ver como irrumpió
la policía allí, es algo que no se entiende. Desde la organización
se les pidió que abandonaran la plaza, pero no fue así. Y ya hemos
visto lo que ocurrió.
Los
violentos son una minoría que no representan a la ciudadanía que
pacíficamente y que durante estas semanas han recorrido el
territorio español y que ese día recorrimos Madrid. La provocación
con 1700 efectivos, siendo el mayor despliegue policial llevado a
cabo en Madrid, era evidente. Además de las palabras de los máximos
representantes madrileños llamándonos “extrema derecha” en el
caso del presidente de la comunidad madrileña, Ignacio González y
de “extrema izquierda”, el portavoz del Gobierno de Madrid,
Salvador Victoria.
Detenidos,
heridos de los dos bandos, policías infiltrados con capuchas y cara
tapada, deteniendo a los “provocadores” (personalmente he colgado
en las redes sociales una foto), policías que se manifestaron en
Moratalaz pidiendo responsables ante los graves errores de
organización que se vivieron en esos momentos, el estado de sitio en
el que hemos vivido estos días en Madrid, etc., son una ínfima
parte de lo que la ciudadanía no sabrá porque la gran mayoría de
medios no ha hecho su trabajo.
¿Y
ahora qué? Tenemos un reto y es el de organizarnos localmente para
que esta confluencia de fuerzas, pueda devenir en un proyecto a nivel
regional o estatal y poder trabajar conjuntamente para conseguir esa
demandas que han sido impulsoras de este nuevo movimiento social.
Las del 22M pueden convertirse en la rebrote del aquel
15M de 2011. Un Gamonal a la española que se rebela contra la
violencia y la injusticia diaria que vivimos. Ciudadanas y ciudadanos
que clamamos un cambio de actuar de nuestros representantes políticos
y sindicales mayoritarios. Una sociedad que pide PAN, TRABAJO Y CASA.
¿Qué tiene que pasar más para que nos escuchen?
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